Los cubanos, entre las rebajas y el descontento, siguen esperando el barco
"Es más política que otra cosa. Ellos saben del disgusto de la gente en 
la calle. Y efectuaron una rebaja que no le hace ni cosquilla a los 
gravámenes entre un 240 y 400% que tienen las mercancías", dice un 
economista
CRISIS
LA HABANA.-IVÁN GARCÍA
Fue un Black Friday diferente. Si la mañana después del Día de Acción de 
Gracias marca el inicio de las rebajas navideñas en Estados Unidos, 
cuando la gente hace largas filas para adquirir electrodomésticos, 
ordenadores y ropa, el viernes 22 de abril en Cuba, fecha señalada por 
el Estado verde olivo para una disminución del 20% de los precios en una 
lista de 71 alimentos y confituras, no hubo colas ni las ventas se 
dispararon.
Como es habitual, en Brimart, mercado de alimentos por divisas en el 
populoso municipio 10 de Octubre, al sur de La Habana, las empleadas 
abrieron quince minutos después de la hora indicada.
Afuera, siete personas esperaban. Cuatro conocían de la rebaja de 
precios en el pollo y el picadillo de res, pero pensaban comprar lo 
mismo de siempre, que en el caso de Mireya, ama de casa, consistía en 
"un kilogramo de muslo y contramuslo de pollo, dos paquetes de picadillo 
de pavo, y si hay, pues está perdido, tres bolsas de yogurt natural 
batido. Con los 0.70 centavos que me ahorro por la rebaja del pollo y el 
picadillo de pavo le compraré una golosina a mi nieta".
Arnaldo, carpintero, supo de las rebajas antes de entrar a la tienda. 
"Voy a comprar pollo, picadillo de res, aceite, detergente y jabones. 
Con lo que me sobre, incluiré uno o dos Planchao (pequeños envases de 
cartón con un cuarto de botella de ron). La única manera de desconectar 
en este país es 'curdeando' y viendo el Paquete".
Del listado de productos rebajados, en Brimart solo había muslos de 
pollo, pollos enteros, picadillo de res y litros de aceite. El 
desabastecimiento era notable. Los anaqueles estaban llenos de botellas 
de ron, whisky, vinos, cervezas, latas de puré de tomate y pomos 
plásticos de aceite vegetal.
"Esperaba que hubiera un mejor surtido. Pero todo sigue pela'o, como 
antes. Mucha gente está contenta con la rebaja, es positiva para la 
economía familiar, pero la realidad es que le bajan los precios a 
artículos que se venden en una moneda a la que todos no tienen acceso", 
comenta Olga Lidia, trabajadora estatal.
Rachel, empleada del mercado, aclara que estaban esperando el arribo de 
una amplia variedad de enlatados, galletas y embutidos, pero "según el 
gerente, no han llegado por problema de transportación".
En la planta baja de Centro Comercial de Carlos III, había más personas 
comiendo hamburguesas o bebiendo cerveza dispensada, que en las áreas 
destinada a los alimentos. En la parte de cárnicos y quesos, un señor 
con el ceño fruncido, miraba los precios.
"Qué hijos de p… son (los gobernantes). Bajan unos centavos el picadillo 
y el pollo, la comida de los pobres, pero la carne de res, el pescado 
bueno y los quesos importados siguen costando un ojo de la cara", dice 
enfadado.
Noel, economista, cree que esta nueva medida tiene un carácter 
populista. "Es más política que otra cosa. Ellos saben del disgusto de 
la gente en la calle. Y efectuaron una rebaja que no le hace ni 
cosquilla a los gravámenes entre un 240 y 400% que tienen las mercancías 
que se venden en pesos convertibles. Estas rebajas del 20% son para 
frenar el descontento".
Susana, profesora, aunque aprueba la rebaja, afirma que no le beneficia. 
"Los maestros ganamos entre 500 y 600 pesos (20 a 25 dólares) y ese 
dinero apenas alcanza para comer. El Gobierno debería pensar en subirle 
el salario a los educadores y bajar el precio de los electrodomésticos", 
señala, mientras observa una lavadora automática que cuesta 757 cuc, el 
salario de tres años de una maestra de primaria.
Gilberto, jefe de almacén en una tienda del reparto Flores, en Miramar, 
al oeste de la capital, no puede asegurar que siempre se encuentren a la 
venta los productos rebajados.
"Porque la demanda supera a la oferta. Y por lo general los dueños de 
negocios gastronómicos y de hospedajes compran por grandes cantidades. 
Todo hace suponer que el Estado aplicó está rebaja teniendo en cuenta el 
inventario de sus almacenes", señala Gilberto.
Selma, propietaria de una cafetería, no piensa que van a bajar los 
precios de venta en los particulares que ofrecen comidas.
"Si se mantiene el surtido de los alimentos rebajados y gradualmente se 
rebajan otros artículos, entonces bajarían los precios en negocios 
familiares. Pero hay que esperar, pues en Cuba se aplican rebajas de 
cosas que después no se mantiene el suministro, como la papa, que 
empezaron a venderla por la libre y ahora solo se puede comer una vez al 
año", subraya Selma.
En varias tiendas habaneras por moneda "dura", se mantenía el 
desabastecimiento de los últimos diez meses. Pechuga de pollo, yogurt y 
queso de producción nacional escasean en casi todos los mercados.
Dariel, jefe de piso de un comercio en la zona antigua de la ciudad, ve 
el vaso medio lleno. "Se comenta que al puerto arribarán buques cargados 
con alimentos y cosas para vender en las tiendas".
Y es que en Cuba siempre están esperando un barco.
Source: Los cubanos, entre las rebajas y el descontento, siguen 
esperando el barco :: Diario las Americas :: Cuba - 
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3770088_cubanos-rebajas-descontento-siguen-esperando-barco.html
 
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