Monday, September 23, 2013

Cubanos alcohólicos no anónimos

Publicado el lunes, 09.23.13

Cubanos alcohólicos no anónimos
ALEJANDRO ARMENGOL

El gobierno cubano acaba de declararle la guerra al alcoholismo. El
programa Mesa Redonda Informativa, de la Televisión Cubana, ha iniciado
una serie sobre las causas, consecuencias, actitudes y comportamientos
nocivos que se vinculan al consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Los
cubanos ya no son alcohólicos anónimos: salen en la tediosa Mesa Redonda.

Detrás hay un problema más grave: el deterioro social y económico que en
ocasiones lleva al consumo de bebidas alcohólicas adulteradas, como en
un caso reciente en La Habana, donde 80 personas se intoxicaron –entre
ellas una niña de dos años y medio debido a la leche del pecho de su
madre, una de las bebedoras– y 12 murieron.

Sacar a relucir el alcoholismo es simplemente hablar solo de parte del
problema. Como cuando el gobernante Raúl Castro se refirió a las malas
costumbres que imperan actualmente en la población de la isla, el
carácter soez, la chusmería, la falta de educación y la baja moral. En
última instancia, es parte del juego del régimen.

Si la prensa en Cuba trata el asunto ahora, es porque al parecer ha
encontrado una respuesta al llamado de ser más crítica, a tratar los
problemas existentes y no referirse solo a un panorama idílico de
cumplimiento de metas y consignas al uso.

Es tomar al pie de la letra lo expresado por el primer vicepresidente
del Consejo de Estado, Miguel Díaz-Canel, cuando calificó de "quimera
imposible" prohibir la circulación de noticias cuando estas pueden
llegar a la opinión pública a través de redes sociales y páginas en
internet. Así que las noticias sobre el problema del alcoholismo de
pronto han adquirido luz verde.

Por supuesto que el problema existe. Comenzó a agudizarse durante el
llamado "Período Especial", que es evidente no ha concluido. Lo que
ejemplifica es que a la escasez –imperante en mayor o menor medida desde
el 1 de enero de 1959– se ha añadido una miseria creciente.

Durante décadas resultó imposible comprar en Cuba –en establecimiento
alguno salvo los reservados a extranjeros y con venta en divisas– una
botella de ron nacional. Eso para no hablar de bebidas extranjeras. Si
acaso la botella ocasional de vino procedente de algún país con una
alianza política de moda –del campo socialista o en su momento de Chile–
y el socorrido vodka que aparecía en los convites con los técnicos y
asesores soviéticos.

Si no una literatura, hay al menos una nomenclatura de residuos de
nombres exóticos –mejor sería llamar rastrojos– que fueron apareciendo
con el tiempo: "Chispa'e tren", "Salta pa tras" y muchos más que se
sumaron al benigno vino "Pancho el bravo" que ofrecían las "pilotos"
–unos locales mugrientos creados alrededor del fracaso de "la zafra de
los diez millones"– y al aligeramiento de los excesos de la "ofensiva
revolucionaria".

Todo ello no fue más que consecuencia de otro fracaso: esa especie de
"ley seca" que imperó durante la "ofensiva" y donde el consumo de
alcohol se limitaba a una cerveza por comida y si acaso un coctel o un
jaibol en un restaurante de lujo.

Por años, en el país estuvo casi prohibido beber –o prohibido por
completo en algunos momentos– salvo para militantes de rango y
funcionarios de altura.

Porque si por décadas hubo una distinción clara, fue entre quienes
podían o no beber. El ejemplo más notorio: quien ahora preside la
nación. Raúl Castro era nuestro "bebedor nacional". Si lo continúa
siendo es parte de los "secretos de los generales". Lo más posible es
que la edad atemperara el gusto. Beber, y no cualquier cosa: Royal
Salute single malt de Chivas Regal, para ser más exactos.

El ejemplo de Raúl era –y aún debe ser– seguido con fidelidad por
colaboradores cercanos. Generales que a diario consumían una botella,
tras sus faenas cotidianas, en medio de ellas o por las noches. El
general Julio Casas Regueiro, vicepresidente del Consejo de Estado y
ministro de Defensa, lo hizo por años, para citar un ejemplo.

Así que en Cuba, tras la llegada de Fidel Castro al poder, siempre han
existido dos tipos de alcohólicos: los de "Chispa'e tren" y los de
Chivas Regal. Ahora han llegado a la prensa los primeros.

El alcoholismo no es, por supuesto, un asunto que se limita a Cuba, pero
sus características sociales sí reflejan un problema nacional:
frustración, desamparo y desesperanza. No se bebe por placer, se bebe
para evadir por unas horas la miseria cotidiana y la ausencia de un
futuro mejor.

Curiosamente, fue algo que también persiguió a los mandatarios
soviéticos, que no solo eran grandes tomadores, sino que en diversas
ocasiones se vieron obligados a enfrentar la cuestión.

La decadencia del Imperio Soviético se caracterizó por un aumento
creciente del número de alcoholizados. Era común verlos en Moscú, las
calles cubiertas de nieve, a la puerta de diversos locales; a la salida
y la entrada de las estaciones de metro. Aquí también, hay un paralelo
que no debe pasarse por alto.

Source: "ALEJANDRO ARMENGOL: Cubanos alcohólicos no anónimos - Opinión -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/09/23/v-fullstory/1571916/alejandro-armengol-cubanos-alcoholicos.html

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