Los cuentos de Tía Tata
PEDRO CAMPOS | La Habana | 13 de Julio de 2016 - 08:54 CEST.
El periódico Granma encargado de la propaganda oficial informa de una
disminución de la producción azucarera en este año. Las causas fueron,
según funcionarios de AZCUBA, "efectos de la climatología en la molida y
calidad de la caña, y el tiempo perdido en la industria y la cosecha, la
arrancada tardía de 13 centrales de las 50 que quedan, por cuestiones
asociadas a la industria, a la lluvia y el exceso de humedad en la
materia prima".
No. No se rían. Lo mejor del cuento es suponer que los cubanos somos
bobos, como si estas cosas ocurrieran en Chipre, como ironiza El Bacán,
y los cubanos no supiéramos nada de caña, de su calidad y cultivo, ni de
organización de la producción azucarera, ni de economía política.
Sería bueno recordar a los señores de AZCUBA y a sus patrocinadores en
la cúpula gobernante que la producción azucarera fue la columna
vertebral de la economía cubana durante siglos hasta que a la "dirección
histórica" se le ocurrió acabar con ella, vender como chatarra los
ingenios o regalarlos a sus amigos latinoamericanos, porque no era
"rentable", para el monopolio gobernante y su filosofía de la ganancia.
Así que Tía Tata no puede pretender que en el país del azúcar, donde el
que no sembró caña, la cultivó la cortó, o trabajó en algún central o
estudió su historia, se le vaya a creer el cuentecito.
Todo el mundo sabe en este país que si se pierde tiempo, la molida no
arranca cuando debe, si la caña no tiene la calidad adecuada, si hay
retraso en la reparación del central, la culpa es de los directivos de
los centrales, del monopolio azucarero, del Gobierno-Estado-Partido
dueño, vendedor y comprador de todo y causante del desorden introducido
en la economía por la planificación centralizada y el monopolio estatal
del comercio exterior.
Cualquiera que alguna vez tuvo que ver algo con la caña, sabe que las
modernas cosechadoras de caña y su tinglado de tractores y carretas
estatales no pueden entrar en los cañaverales mojados. Como al monopolio
AZCUBA, a sus empresas y a los gobernantes no les duele que la caña no
pueda cortarse a tiempo, pues simplemente la explicación es que la zafra
no "se" puede arrancar o "se" interrumpe por la lluvia o porque las
piezas de repuesto no "se" importaron a tiempo. El compañero "se" es
casi siempre el responsable. ¡Hay que ser cínicos!
Antes de que el Estado se apropiara de todo, cuando la caña se cortaba a
mano y se tiraba en carretas de bueyes hasta el chucho donde se pesaba y
montaba en las casillas del ferrocarril, los dueños de la caña, los
colonos y poseedores de parcelas cañeras, se las arreglaban para cortar
a tiempo las arrobas que les había contratado el central y llevarla
hasta el chucho. El ingenio se las arreglaba para ubicar las casillas de
caña para cada chucho y tener en forma la locomotora para cumplir con
los horarios.
¡Eso es capitalismo!.. No, señores de la economía peor planificada del
mundo, eso era planeación descentralizada y sobre todo responsabilidad
de cada eslabón de la cadena de producción, pues cada eslabón ganaba
según el cumplimiento de su programa en cantidad y calidad. Pero el
Estado dizque socialista, desde que se apropió de todos los ingenios, de
todas las tierras, de todas las yuntas y tractores y del ferrocarril y,
sobre todo, después que en 1962 convirtió en granjas del pueblo a las
cooperativas cañeras y convirtió a todos los trabajadores en asalariados
estatales (modernos esclavos del funcionariado diría Martí), pues
lógicamente el interés material individual directo de cada eslabón se
fue al piso.
Y esa es la verdadera causa y no esa sarta de justificaciones.
Desde antes de 1962 se debate en Cuba entre políticos y economistas el
tema de las relaciones monetario-mercantiles, el pago por el trabajo y
la trastornada idea de que los estímulos materiales son capitalistas…
Todo en el fondo para que el aparato burocrático sea el que decida qué
debe recibir cada cual y a quién excluir por no compartir el pensamiento
"revolucionario" de los gobernantes. Y como el que parte y reparte…
Simple, señores de la burocracia, si no hay estímulo material directo,
si no se paga la fuerza de trabajo y si no hay sentido de propiedad, no
hay producción ni productividad, ni desarrollo, ni sustentabilidad, ni
economía posible. Socialismo, mucho menos.
Para vivir y reproducirse, el ser humano necesita comer, vestirse,
calzarse, tener un techo, hacer familia y convivir socialmente. En las
condiciones de la vida moderna solo es posible alcanzarlo por medio del
dinero y el dinero debe provenir del trabajo, que es lo único que
poseemos todos, dado por la naturaleza. Pero si al ser humano no se le
paga por su trabajo, qué opciones quedan: pasar hambre, andar mal
vestido y mal calzado, estar desprotegido de la naturaleza, dejar de
hacer familia y ni hacer vida social, y así se le obliga a salirse de
las normas de convivencia y a apropiarse de lo ajeno.
En tales condiciones "todo trabajo debe ser pagado" para que la economía
funcione, la gente trabaje, tenga de qué vivir y haya demanda de
mercado. Y el mercado no es capitalista ni socialista.
Los "comunistas" del siglo XX le hicieron creer a la gente que
estatizando la economía, planificando centralmente el gasto y el
consumo, pero manteniendo la explotación asalariada, estarían
construyendo la nueva sociedad. Y lo que hicieron, con el
estatalismo-asalariado fue regresar del capitalismo a una especie de
feudalismo.
Hoy en Cuba, los cuentos de Tia Tata ya no cuentan. Los que defienden el
entuerto "socialista" presente, lo hacen claramente por claros
beneficios personales.
Source: Los cuentos de Tía Tata | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1468334037_23784.html
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