El marabú y el Gobierno hacen de la vida del campesino un calvario
RICARDO FERNÁNDEZ, Pinar del Río | Julio 06, 2016
El campesino cubano tiene solo dos problemas para producir: el marabú y
todo lo demás.
Cuando Raúl Castro promocionó la entrega de tierras ociosas a los
campesinos y los invitó a hacerlas producir con bueyes, pasó por alto
que esas parcelas llevan, en muchos casos, más de 20 años infestadas de
marabú. Esta especie invasora es muy difícil de erradicar porque se
expande a través de sus largas raíces y crea numerosos retoños que salen
a la superficie y se multiplican en el subsuelo cuando se corta o quema
la planta.
Eso significa que es imposible para cualquier productor desmontar
manualmente sus dos caballerías de marabú. A la hora de recurrir a la
tecnología es donde comienza la odisea. Normalmente, se usa un tractor
de esteras con cuchilla frontal para acordonar el marabú y quemarlo,
pero el campesino no tiene derecho de contratar directamente este
servicio en las entidades estatales que poseen los equipos pesados. Así
que se dirige a la dirección de su cooperativa para hacer la solicitud,
pero descubre que los tractores están rotos o pertenecen a empresas con
las que no pueden hacer contratos. La solución: esperar a que ocurra un
milagro mientras va "haciéndole algo" a la tierra por miedo a que se la
quiten.
Es probable que, ante las demoras, termine por recurrir a los
particulares con sus exuberantes tarifas. A la hora de ir al banco a
solicitar los prometidos créditos, el productor descubre que no le darán
más de 20.000 pesos si no tiene algo que poner en garantía (con ese
dinero quizás pueda pagar la limpieza de la mitad de sus tierras), así
que hace un inventario de lo poco que puede empeñar: ¿la casa, el motor,
el viejo tractor?
Si logró quemar el marabú, el Gobierno le garantiza, al menos, cinco
años de sufrimiento persiguiendo los herbicidas e implementos para
controlar los persistentes brotes. Cada vez que vaya a preparar su
tierra tendrá que recurrir al mercado negro del combustible porque lo
que le asigna el Estado es una cantidad casi simbólica. La alternativa
legal sería comprar el petróleo que venden por divisa en las pistas de
Cupet, pero eso puede costarle 3.000 pesos cubanos por día de trabajo,
pues un tractor con un implemento para arar la tierra puede consumir 120
litros de diesel por jornada. Eso, si el productor es dueño de algún
viejo tractor, porque si no, vuelve la historia de la imposibilidad de
contratarlo con una empresa estatal. Entonces se suman el gasto del
acuerdo con el particular y el combustible.
Cuando el campesino, al fin, logre tener sus tierras limpias para la
producción, podrá ver que ante sus ojos se abre una cadena de nuevas
trabas y problemas. Tendrá que sembrar de secano, pues el bombeo es un
privilegio con demasiadas condiciones: disponibilidad de agua
superficial o pozo, electricidad o combustible fósil, turbina con
capacidad y sistema de riego. Optar por los "paquetes tecnológicos"
estatales, que incluyen semilla, fertilizante y controles de plagas,
implica vender la producción a Acopio a precios sumamente bajos (en
comparación con los compradores particulares). Además, no entregan todos
los componentes del paquete en el mismo momento.
A la hora de comercializar los productos se encontrará que, si los
particulares no pueden comprarle el total de la producción, el Sistema
de Acopio de Productos Agrícolas del Estado dejará que muchos de los
frutos se pudran en el campo mientras la población carece de ellos en la
ciudad.
Source: El marabú y el Gobierno hacen de la vida del campesino un
calvario -
http://www.14ymedio.com/nacional/marabu-Gobierno-hacen-campesino-calvario_0_2030196969.html
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