Peligra la bebida de los pobres
La ofensiva de las autoridades contra los granizaderos hace escasear el
refresco más buscado del verano
YOSMANY MAYETA LABRADA, La Habana | Julio 11, 2016
El metal choca contra el hielo y produce un sonido que forma parte de la
cotidianidad de cualquier ciudad cubana. El carrito está decorado con
colores y el vendedor grita a voz en cuello: "¡Granizaaaado!". Es la
bebida de los más pobres, pero en las últimas semanas las multas y los
decomisos de productos han hecho que escasee en los alrededores del
Parque Central de La Habana.
Con la llegada del verano y la justificación pública de evitar brotes de
enfermedades diarreicas agudas, las autoridades han arreciado los
controles contra los comerciantes de ese refrescante sirope aguado y
mezclado con hielo. Los operativos han abarcado también las cercanías
del Parque de la Fraternidad, el Paseo del Prado y la Terminal La Coubre.
Los granizaderos se quejan de estar siendo objeto de un "operativo". Las
multas que les han sido impuestas estos días penalizan que estén "mal
posicionados", supuestos "problemas higiénicos" con su producto u otras
"irregularidades con la materia prima".
"Nos molestan todos los días y prácticamente ya no podemos vender",
cuenta a 14ymedio Yordanis Muñoz, un joven granizadero que en el primer
semestre del año recibió dos multas de 1.500 pesos cubanos cada una. "Lo
que más me preocupa es que no quieren que estemos más en el área",
asegura el comerciante, que recuerda que una ofensiva similar se
emprendió contra los bicitaxistas y otros vendedores ambulantes.
Los vendedores de granizado no descartan emular a los bicitaxistas que,
a mediados de mayo, se dirigieron en caravana hacia la Plaza de la
Revolución para exigir respeto a sus derechos como cuentapropistas.
Los granizaderos realizan su labor, en la mayoría de los casos,
amparados en la licencia de trabajo por cuenta propia de "elaborador
vendedor de alimentos y bebidas no alcohólicas de forma ambulatoria".
Los inspectores se ceban especialmente con los que se mantienen mucho
tiempo en el mismo lugar y los multan por no respetar el carácter
"ambulante" de su permiso.
A pocos metros del Capitolio, en una de las zonas más turísticas de todo
el país, los granizaderos declaran que se les quiere "sacar del lugar",
no por los riesgos epidemiológicos que se asocian con su oferta, sino
porque dan "una mala imagen a los visitantes extranjeros". La inminente
llegada de los diputados de la Asamblea Nacional al emblemático edificio
habanero es otro de los motivos a los que los vendedores ambulantes del
área atribuyen la "limpieza" que lleva a cabo la policía.
"Los inspectores vienen con policías y carros grandes para decomisar
todo el material que usamos", se queja Carlos, uno de los afectados por
la operación. "Están usando como justificación el tema de las
enfermedades, pero mi carrito está mucho más limpio que un montón de
cafeterías estatales", apunta otro vendedor que se suma a la
conversación en la esquina de Prado y Neptuno.
Una empleada de la Oficina del Historiador de la Ciudad que no quiso
identificarse aseguró a este diario vía telefónica que la disputa para
sacar a los vendedores privados de los alrededores del Capitolio entre
la Asamblea Nacional y esta oficina "ha sido larga". "La decisión se
tomó desde arriba y no hemos podido hacer nada por cambiarla", justifica.
Tras cinco años en el negocio del granizado, Yoel está pensando buscar
otro trabajo debido al "hostigamiento" que asegura recibir por parte de
los inspectores y de la policía. "Llevo todo este tiempo pagando patente
y seguridad social, pero no me ha servido para nada", protesta.
Los clientes de la popular bebida no ven con buenos ojos la razia contra
los vendedores. "No puedo darme el lujo de pagar la mitad de mi salario
de un día en una lata de refresco", cuenta una empleada del cercano
Museo de Bellas Artes, en la sala de Arte Universal. "El granizado es
nuestra salvación, porque refresca y solo vale tres pesos cubanos".
No solo los granizaderos y los consumidores se ven afectados por la
persecución policial. Algunos residentes de La Habana Vieja sirven como
proveedores de hielo y vasos desechables para los pequeños negocios
rodantes. "Si los quitan del área me las voy a ver negras, porque en el
día hago entre 40 y 50 pesos vendiéndoles hielo", explica una jubilada.
Por el momento, los alrededores del Parque Central parecen el territorio
donde se despliega un angustioso juego del gato y el ratón, donde los
granizaderos vigilan por si llega la policía y se avisan entre ellos
cuando ven aparecer los primeros uniformes.
Source: Peligra la bebida de los pobres -
http://www.14ymedio.com/nacional/Peligra-bebida-pobres_0_2033196662.html
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