Thursday, May 8, 2014

La lucha por los huevos

La lucha por los huevos
Historias de una larga cola por la proteína: ¿Qué hacen mujeres tan
mayores allí?
miércoles, mayo 7, 2014 | Marcia Cairo

LA HABANA, Cuba.- El jueves pasado fui en busca de huevos a la bodega de
15 y 24, en el Vedado. Después de una cola de 40 minutos, se acabaron.
Entonces decidí pasar por 23 y 10, y con tan buena suerte que enseguida
que llegué los habían puesto a la venta.

Observé una cola afuera y decidí hacerla, pues en realidad tenía que
comprarlos de todas maneras. No era una cola normal, de esas que la
gente respeta; era como un tumulto, donde la algarabía general apenas
dejaba escuchar las voces individuales. Parecía una mezcla de acentos y
vocablos imposibles de definir. Sin embargo, todos queríamos lo mismo:
comprar huevos para nuestra exigua dieta alimentaria, carente de
proteína animal. Aunque las personas vegetarianas estén en contra de su
consumo, creo que los huevos ayudan mucho en todas sus variantes.

En medio de este barullo, hubo unos momentos de calma: tres señoras
conversaban entre ellas de la importancia de este nutritivo alimento.

Quizás parezcan historias costumbristas o banales; no obstante, aquí van
estas anécdotas de personas comunes y de pocos recursos.

La primera señora se llama Caridad. Le explicaba a las otras que en el
portal de su casa ha puesto un timbiriche para vender dulces, jugos y
pan con tortilla. Debido a esto, tenía que llevar al menos 10 cartones
de huevos. Usa un coche de niño algo desvencijado para transportar la
mercancía. Contaba además que entre su hijo y su nuera atienden el
negocio. A su hijo lo dejaron sin trabajo en una restructuración
laboral. Ellos trabajan todos los días de 9 a 6 de la tarde, exceptuando
los domingos.

Paula se dedica a revender huevos. Suele adquirir numerosos cartones,
que luego vende a domicilio, a personas que se los encomiendan con
anterioridad, al precio de 60 pesos el cartón. Tiene 71 años, pero se
nota que es una mujer fuerte. Actúa de forma campechana y muestra su
blanca dentadura que contrasta con su piel negra. Vive con su hija, que
es oficinista (con muy bajo salario) y con su nieto, que estudia en la
secundaria. Es viuda de un maestro. Apenas le alcanza el dinero de la
pensión. Su casa está a la vuelta de la esquina, por lo que la empleada
de la tienda le hace el favor de guardar los huevos por un rato, y en
dos o tres idas y venidas los traslada hacia su hogar.

La última de estas mujeres es mucho mayor. Cocina pudines y flanes para
vender. Ya tiene clientes fijos que los recogen directamente en su casa.
Su negocio aún es ilegal. No piensa pagar impuestos hasta que no reúna
una buena cantidad de dinero para hacer arreglos en su vivienda, que,
según su testimonio, se cae a pedazos. No tiene ayuda de nadie; su hijo
mayor murió hace diez años en un accidente de tránsito. El que le queda
reside en Alemania y actualmente está sin trabajo. Así que no le queda
otra alternativa que asumir todos sus gastos y tratar de sobrevivir.

Si bien no quiso revelar su nombre, expresó que dentro de un mes
cumplirá 80 años.

Source: "La lucha por los huevos | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/la-lucha-por-los-huevos/

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