AGRICULTURA
La tierra de promisión se agota
ALBERTO MÉNDEZ CASTELLÓ | Puerto Padre | 4 Oct 2013 - 8:37 am.
El Gobierno pide a los campesinos producir en suelos empobrecidos por
décadas de malas prácticas. Ya en los noventa era considerado bueno solo
un 15% de las tierras cubanas.
El general Raúl Castro, en un mensaje enviado a los participantes en el
recién concluido Encuentro Nacional de Productores Agropecuarios, dijo:
"Urge seguir trabajando para producir en el país todos los alimentos
posibles".
En este nuevo empeño del régimen por ahorrar divisas sustituyendo
importaciones con producciones nacionales, algo que debió hacerse
siempre y pagando precios justos a los productores locales, cabe
preguntarse: ¿Qué cantidad de alimentos son capaces de producir hoy, no
ya los agricultores cubanos, sino los suelos de Cuba? ¿Con qué costear
la regeneración del suelo agrícola cubano?
"Este no es un problema que afecta solamente a los cubanos, sino a toda
la humanidad. Alrededor del 70% de los suelos empleados con fines
agrícolas en todo el mundo están empobrecidos, ya sea por un mal manejo
de la tierra o por causas naturales. Tenga en cuenta que según el
Instituto para la Vigilancia Mundial, anualmente los continentes pierden
unos 24.000 millones de toneladas de capa arable, y recuperarlas, de
poder hacerlo, demoraría años y miles de millones en moneda dura", dijo
un ingeniero agrónomo, especialista en suelos, entrevistado a propósito
de este reportaje y que solicitó permanecer en el anonimato.
Pero, concretamente, ¿en qué condiciones se encuentra hoy la capa
cultivable de los suelos cubanos?
"Ya le dije, la degradación de los suelos es a escala mundial y como a
otros países también nos afecta. Estudios en esta última década revelan
que la mayor parte de los suelos agrícolas de Cuba están afectados por
diversas causas; unos 2,5 millones de hectáreas están erosionadas; la
salinidad y la sodicidad han comprometido la producción de más de un
millón, y otros 2,5 millones de hectáreas se encuentran compactadas;
esto, unido a un mal manejo del agua y a inadecuadas técnicas en el
manejo de los suelos, lleva a la desertificación que ya asciende al 14%
del territorio nacional", dijo el especialista.
Este es un problema nuevo, digamos… ¿atribuible a la crisis
eufemísticamente llamada "Período Especial"?
"De ningún modo. Ya en 1990 Juan José (Dr. Juan José Paretas Fernández)
presentó un interesante trabajo en el que abordó este tema. Mire,
criticamos el latifundio, el monocultivo y todo lo malo que se hacía en
el campo cubano antes de 1959, pero es que después del 59 y hasta ahora
mismo seguimos con igual problema. No es que los suelos de Cuba sean
malos —que genéticamente no son todo lo bueno que quisiéramos—, es que
no fuimos los agricultores que debimos ser, que forzosamente tenemos que
ser en los suelos con que contamos si queremos alimentarnos de ellos".
"Las vacas saben más de la tierra que la gente que las ordeña"
Un viejo agricultor, también entrevistado para este reportaje, señalando
hasta donde se perdía la vista, dijo: "Esos campos el Estado los está
dando en usufructo, pero de poco sirven. Caminando descalzo sobre el
suelo hasta un ciego sabe si la tierra es buena, al tacto cualquiera
conoce si un terreno es fértil porque no se siente como el cemento o
como la arena, sino suave y esponjoso como un estuche de seda".
Y un ganadero, ya octogenario añadió: "Las vacas saben más de las
plantas y de la tierra que mucha gente que las ordeña".
El ingeniero les dio la razón. "Salvo honrosas excepciones en el sector
estatal y en Unidades Básicas de Producción Cooperativa, solo los
campesinos propietarios de tierras rotan sus cultivos sistemáticamente,
y esto es una forma de proteger el suelo. En cuanto a la ganadería, no
es un secreto que prácticamente todo nuestro ganado va tras la hierba
como el de las tribus nómadas, en lugar de nosotros proporcionarles
buenos pastos, piensos, henos, ensilajes y agua potable, así, ni la
carne ni la leche son posibles", dijo.
¿Cuál es la perspectiva de nuestros suelos? Se habla de escasez de
fertilizantes, pero ¿pueden por sí solos los fertilizantes químicos
devolver los nutrientes perdidos en nuestros campos?
"Los primeros estudios serios, morfológicos, de los suelos cubanos, lo
realizaron los doctores Bennett y Allison. Con el resultado de sus
investigaciones, en 1928 estos norteamericanos publicaron un libro,
Soils of Cuba, acompañado por un mapa escala 1:800.000, muy detallado",
indicó el ingeniero. "Pero de entonces acá ha llovido mucho y millones
de toneladas de la capa cultivable de nuestros suelos fueron a parar al
mar. Baste decir que la mayoría de nuestros campos están siendo
cultivados en el subsuelo superior, porque la capa superficial, el
mantillo, ya se perdió por el manejo inapropiado de nuestra tierra",
explicó.
"Nacionalmente, y en valores porcentuales, allá por la década de los
años noventa del pasado siglo solo el 15% de los suelos de Cuba podían
catalogarse de buenos, el 24% de regular, el 47% de malos y un 14% de
muy malos. Al menos a esas conclusiones llegó el Dr. Paretas Fernández
atendiendo a profundidad, drenaje, salinidad, erosión, topografía,
retención de la humedad, fertilización natural, acidez y endurecimiento
de nuestros campos. Esto coincide más o menos con las consideraciones
del Instituto de Planificación Física, que de los poco más de 6.845
millones de hectáreas de superficie agrícola consideró muy pobres el 22%
y solo muy productivas el 7%. Pero, repito, esos estudios datan de
finales de la década de los ochenta, fueron publicados en 1990. Hoy la
situación es peor", alertó el especialista. "Óigame, y ni los mejores
fabricantes de fertilizantes del mundo se atreverían a asegurar que los
químicos por sí solos son capaces de regenerar los suelos".
¿Cómo producir cosechas en tierras baldías?
En su mensaje del pasado 14 de septiembre a los productores
agropecuarios, también a propósito de sustituir importaciones de
alimentos con producciones nacionales, el general Raúl Castro aseguró:
"Para ello contamos con los recursos financieros requeridos, los mismos
que hoy gastamos importándolos".
¿Usted cree que con lo que ahora el Estado gasta por concepto de
importaciones alimentarias, basta no ya para conseguir el
autoabastecimiento pleno, sino al menos para alistar nuestros suelos y
alcanzar los niveles productivos de los años ochenta?, preguntamos a un
economista, por años dedicado a las inversiones agropecuarias.
"No lo creo. Nada más reacomodar la agroindustria arrocera y azucarera
teniendo en mente no solo producciones costeables sino también la
regeneración y conservación de los suelos, y quizás sea esto más
importante que las mismas cosechas, equivale a miles de millones de
dólares", dijo.
"Solo un ejemplo, con los sistemas de drenaje parcelario en los
cañaverales y los de riego ingeniero o de terrazas planas en los
arrozales hubiéramos conseguido regenerar millones de hectáreas de
suelos empobrecidos y salinos, y de paso, cosechas si no récords, sí
cercanas a los estándares mundiales. Pero eso nos lo estaba pagando el
campo socialista junto con el arroz y los frijoles que no producíamos
aquí, y se acabó con ellos. ¿Quién lo va a pagar ahora, el Estado
cubano? ¿Con qué? ¿Con la pequeña parte de las ganancias de las Tiendas
Recaudadoras de Divisas y del Turismo que emplea para importar los cada
vez menos productos que vende racionados?", razonó.
Las interrogantes del economista, pronunciadas a modo de respuestas,
resultan de una lógica imbatible: quien no tiene con qué pagar un fruto
extranjero, menos ha de tener para alistar el suelo propio y levantar la
propia cosecha. Ver para creer. El círculo vicioso de las promesas
incumplidas sigue girando, ahora la consigna es producir cosechas en
tierras baldías.
Source: "La tierra de promisión se agota | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1380210069_5258.html
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