La guerra no sería solo contra los paladares
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 26 de Octubre de 2016 - 07:19 CEST.
En el reciente anuncio del Consejo de la Administración Provincial de La
Habana (CAP), que contiene una serie de disposiciones que norman el
funcionamiento de los paladares (restaurantes privados), se habla del
orden y la disciplina con que deben de laborar estos negocios. Sin
embargo, un análisis detallado de algunas de esas directivas indica que
se trata, en lo fundamental, de impedir que el progreso económico de los
establecimientos se les vaya de las manos a las autoridades.
Por ejemplo, si un músico que ameniza las comidas resulta muy demandado
por los usuarios, pero no pertenece a ninguna de las empresas del
Instituto de la Música, no podrá ser contratado por los paladares. Por
otra parte, el no permitir que los paladares adquieran "mercancías
ilícitas" podría limitar sobremanera la oferta de estos restaurantes.
Ante la inexistencia de un mercado mayorista, tendrían que
circunscribirse a comprar en las tiendas minoristas, las cuales
presentan un marcado desabastecimiento.
Otra de las disposiciones señala la prohibición de importar mercancías
con fines comerciales, debido a que semejantes transacciones no están
aprobadas por la Aduana General de la República. Esa medida, que también
afectaría el surtido que los paladares brindan a sus clientes, está en
sintonía con el deseo de los gobernantes de frustrar la aspiración del
presidente Barack Obama de apoyar al emergente sector privado de la Isla.
Y por último, la negativa a que los paladares amplíen sus horizontes y,
sin abandonar su misión principal, devengan en clubes o discotecas, es
tal vez la más clara señal de las intenciones de las autoridades.
El accionar de los gobernantes contra los paladares no puede verse como
un hecho aislado contra esta modalidad de trabajo por cuenta propia. Se
enmarca en el contexto de una contraofensiva desatada últimamente contra
las actividades privadas que el oficialismo considera como "más
lucrativas". Entonces la represión contra los paladares ocuparía el
segundo capítulo dentro de un guion que se inició con la furia contra
los almendrones o taxis particulares.
A pesar de lo que exprese el discurso oficial, en el fondo el castrismo
es enemigo de la actividad privada, y si la permite es solo por motivos
coyunturales. Nadie debe olvidar lo sucedido hacia 1996, cuando después
de utilizar ciertas palancas del mercado —entre ellas la ampliación del
trabajo por cuenta propia— para mitigar el colapso económico derivado
del "Periodo Especial", los gobernantes detuvieron las reformas y casi
paralizaron el trabajo por cuenta propia. Todo bajo el argumento de que
"en un país socialista, la mayoría de los trabajadores debían ser
asalariados estatales".
Esta contraofensiva contra los cuentapropistas tampoco puede desligarse
del famoso acápite 104 de la Conceptualización del Modelo Económico y
Social Cubano de Desarrollo Socialista, el cual estípula que "No se
permite la concentración de la propiedad y la riqueza en personas
naturales o jurídicas no estatales conforme a lo legislado, de modo
consecuente con los principios de nuestro socialismo". Una sentencia
que, tras recibir el visto bueno en el VII Congreso del Partido
Comunista (PCC), ha sido apoyada en posteriores asambleas por los
elementos de línea dura de la nomenclatura raulista.
Y como ya expresamos, la contención de los cuentapropistas al impedirles
importar o exportar productos, intenta contrarrestar las medidas que
pueda adoptar el presidente Obama para apoyar a los emprendedores
cubanos. Un apoyo que el gobernante norteamericano expresó desde su
llegada a la Casa Blanca, y que ratificó durante su vista a la Isla, y
ahora en la directiva que norma las relaciones con Cuba.
Si nos atenemos a aquello de que "cuando veas las barbas de tu vecino
arder, pon las tuyas en remojo", sería conveniente que los arrendadores
de viviendas y habitaciones se pusieran en alerta. Ellos, junto a los
transportistas y las paladares, forman el trío que siempre se ha
mantenido en el colimador de las autoridades tributarias. Quizás los
arrendadores sean las próximas víctimas.
Source: La guerra no sería solo contra los paladares | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1477413542_26257.html
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