Euforia en La Habana profunda
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 9 Sep 2015 - 11:03 am.
Aunque el desabastecimiento continúa, esta semana se reparte la libra de
pollo per cápita.
Un rapto de felicidad debe estar presente en los rostros de los cubanos
que residen en los municipios Centro Habana y Habana Vieja, y que
dependen única y exclusivamente del sueldo que reciben en las
instituciones estatales donde desempeñan su trabajo.
En Cuba el salario promedio continúa sin sobrepasar los 30 dólares al mes.
El motivo de la alegría radica en que durante la presente semana se
entregará la libra de pollo per cápita a precios subsidiados.
Una oferta de papá Estado que se mantiene entre el vaivén de las
irregularidades a causa de las exiguas existencias del producto en los
almacenes y a expensas del habitual robo en el pesaje de los carniceros.
Las noticias sobre los cárnicos que se adquieren con la libreta de
racionamiento, publicadas en el semanario local Tribuna de La Habana se
riegan como pólvora en los vecindarios.
Es el acicate para el fluir de un júbilo, al que no le falta
espontaneidad y resignación.
El pollo se ha convertido en un producto de lujo. Encontrarlo en las
Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) es casi un milagro.
La reducción de los suministros y el acaparamiento, obligan a la compra
de salchichas de pésima calidad y picadillos de sabores inciertos.
Los que no tienen un familiar o amigo en el extranjero que envíe
remesas, deben estar atentos al recuadro que aparece en la segunda
página del mencionado órgano de prensa para llevarse a la boca un
raquítico muslo de pollo.
La otra alternativa para romper con la monotonía del arroz y los
frijoles sin rastro de carne, está en el uso y abuso de artimañas para
robar en los puestos de trabajo todo lo que pueda ser vendido en el
mercado negro. De esas apropiaciones es que llega la posibilidad de
pararse delante de las vitrinas de las TRD e ir más allá de los
hartazgos que suelen agitarse en la imaginación.
Con estas añadiduras a los ya tradicionales desabastecimientos, se
amplifican las dudas sobre los beneficios de la reanudación de
relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
La idea de que con el anuncio de Obama y Castro, la escasez en Cuba iría
en retroceso, se desvanece entre los refunfuños del proletariado local y
los cantos de sirena del poder en relación a las oportunidades de
superar el estancamiento de la economía, mediante cambios que hasta el
momento no sobrepasan los límites de la retórica.
Comer pollo en la Isla tiene que ver, cada vez de forma más notoria, con
la casualidad.
En los solares y las cuarterías de la Habana Vieja y Centro Habana se
nota el regocijo.
Sus inquilinos se preparan para degustar lo que le toca cada 15 días si
es que no hay problemas con las disponibilidades o fallan los motores de
los camiones encargados de la distribución.
El bajo precio a pagar tiene su lado oscuro. Largas filas bajo un sol de
mil demonios, con broncas incluidas, por disputarse un lugar
privilegiado ante el temor de que se acabe el producto y haya que
esperar hasta el próximo envío.
Source: Euforia en La Habana profunda | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1441756650_16805.html
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