¿Podrán cuentapropistas reabrir las fondas habaneras ?
Ni en los más lujosos restaurantes brilló tanto como en las fondas
habaneras el tesoro de nuestra cocina criolla
lunes, junio 16, 2014 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba -Si Cuba no fuese un país virtual, el mejor negocio que
ahora mismo podrían emprender nuestros pequeños cuentapropistas es el de
las fondas, aquellos restaurantes de comida sabrosa, abundante y muy
barata (concebidos para la gente humilde), que en otras épocas llegaron
a conformar toda una institución nacional.
A los habaneros del presente, condenados en mayoría a morir de viejos
sin haber probado el boliche de res, o una buena fabada o un pargo
frito, les costará Dios y ayuda creer que esos platos (entre tantas
delicias corrientes de la Isla que tampoco conocen), formaban parte del
menú cotidiano en las fondas y que estaban al alcance del bolsillo de
cualquier trabajador con salario mínimo.
Si por un milagro reabrieran hoy el más modesto entre aquellos
establecimientos, las colas de comensales les darían tres vueltas
completas a La Habana.
¿Cómo es posible entonces que entre nuestros nuevos pequeños empresarios
particulares no haya surgido uno solo dispuesto a apostar por la
reapertura de las fondas?
Las respuestas son tan obvias que pueden poner en ridículo al que
pregunta. No está al alcance de un particular comprar la libra de arroz
a cinco pesos y la de frijoles a 10 o 15 o 18, para luego vender un
plato de arroz con frijoles a 20 centavos, o incluso a tres o cuatro
pesos, sin intentáramos actualizar los precios. Eso por no hablar de las
carnes, los pescados y otras causas perdidas. Según crónicas de la
época, aún en 1958 nadie llegaba a gastar ni 2 pesos en la mejor fonda
habanera, comiendo sopa de pollo, bisté con papas fritas, arroz,
frijoles, ensalada, una malta, pan, mantequilla, café, y cascos de
guayaba con queso crema.
Otro impedimento que echaría por tierra el plan de quienes pretendieran
hoy resucitar este negocio radica en los impuestos. Se sabe que los
antiguos propietarios de fondas habaneras eran los que menos abonaban al
fisco, debido precisamente al carácter humilde y para los humildes de
sus establecimientos. Las exigencias del fisco y las extorsiones de
inspectores y otras autoridades bastarían en la actualidad, por sí
solas, para malograr el proyecto.
En una palabra, no existe ni la más remota posibilidad de que en el poco
o mucho tiempo que le quede en el poder a los caciques de la revolución
fidelista, resurjan, tal como eran, aquellas joyas de la gastronomía y
de la cultura cubana.
Las fondas fueron borradas aquí del mapa con la llamada ofensiva
revolucionaria, a inicios de 1968. Los historiadores del futuro tendrán
que conciliar con los psiquiatras a ver si logran explicarse cómo
entendía Fidel Castro lo que es hacer revolución. En el caso que nos
ocupa, aquella ofensiva revolucionaria eliminó para siempre no sólo la
mejor o quizá la única oportunidad que tenían los cubanos pobres de
comer humanamente, sin arriesgar los huesos en el intento. También
desmanteló un pilar de nuestro patrimonio.
Ni en los más lujosos restaurantes brilló tanto como en las fondas el
tesoro de nuestra cocina criolla, mezcla portentosa de Andalucía,
Asturias, Galicia, África, Asia… La archiconocida internacionalmente
Bodeguita del Medio no fue sino una fonda en sus orígenes, aunque hoy es
un coto de privilegio para turistas y nuevos ricos.
El Barrio Chino de La Habana, que llegaría a ser el mayor y más
importante del Nuevo Continente, surgió a partir de una fonda, en la
esquina de las calles Zanja y Rayo. Todavía hoy está en pie (aunque en
manos del régimen, así que con precios inasequibles) lo que fue una muy
renombrada fonda en la capital, Puerto de Sagua. Y aun mienten los
promotores de la industria turística al vender hacia el extranjero el
restaurante Hanoi, ubicado en la Plaza del Cristo, de La Habana Vieja,
como representación rediviva de aquellas fondas habaneras.
Con lo más que ha logrado aproximarse el régimen a las antiguas fondas
-a una distancia de mil años luz-, es con el llamado Sistema de Atención
a la Familia, nombre de gran aparato demagógico pero con muy poca
sustancia, dentro del cual alinean unos pocos, muy pocos comederos de
perfil barato para personas de bajos ingresos. En realidad provocan
vergüenza ajena estos establecimientos, oscuros, sucios, pésimamente
atendidos, donde el menú estrella puede ser una pizca de arroz con agua
de chícharos y una croqueta de viento o una minucia de picadillo de no
se sabe qué. Y conste que aun así, tales comederos continúan resultando
más caros, proporcionalmente, que las fondas.
Cuentan que el actor Henry Fonda rió cuando le explicaron lo que
significaba su apellido para los habaneros de la década de los 50. Hoy
sacaría su colt de cowboy justiciero si le explicaran lo que significó
para nosotros quedarnos sin fondas.
Source: ¿Podrán cuentapropistas reabrir las fondas habaneras ? | Cubanet
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