Un pequeño grupo de restaurantes exóticos intenta mantenerse en La Habana
AGENCIAS | La Habana | 5 Oct 2014 - 7:54 pm.
Aunque algunos han tenido que cerrar por los problemas para encontrar
clientes, personal y suministros, otros perseveran.
Un pequeño grupo de restaurantes étnicos se abre paso en La Habana con
exóticas ofertas que van del pan naan iraní al borsch ruso, todo un
desafío para el paladar cubano y para los chefs y encargados de esos
negocios, que enfrentan constantes dificultades para encontrar suministros.
Locales de comida chilena, brasileña, sueca, mexicana, japonesa, hindú,
rusa o árabe han surgido en la ciudad y, aunque algunos han tenido que
cerrar, otros perseveran a pesar de la inestabilidad de clientes y
personal, y de la escasez de materias primas, reporta EFE.
El primer restaurante iraní de Cuba, Topoly, abrió hace dos meses en una
céntrica avenida de El Vedado con la filosofía de "mezclar culturas",
divulgar el arte de ese país e introducir una gastronomía desconocida en
la Isla.
"Nuestra gastronomía está muy cerca de la cubana, tenemos arroces,
panes, así que quiero a través de la comida activar a la gente para que
conozca la rica cultura de mi país", dijo Farok Nurbakht, patrocinador
del proyecto.
Farok, quien desde hace una década mantiene vínculos con Cuba como
promotor cultural, aprovechó una visita a la Isla de su hermana —una
"excelente cocinera", afirmó— para improvisar un curso de cocina del que
finalmente salió el personal del establecimiento.
"Yo no quiero muchos clientes en el restaurante porque todavía no
estamos listos", bromeó Farok, quien supervisa la cocina y cree que en
el futuro tendrán gran éxito con los bocadillos del tradicional pan naan
iraní que elabora la casa.
En el caso de Topoly, algunos condimentos como la cúrcuma o la menta
seca tienen que ser obligatoriamente importados a Cuba, donde no existen
mercados especializados ni mayoristas, hay desabastecimiento y el alto
costo de muchos productos golpea el día a día de estos negocios y
encarece sus precios.
"Nosotros importamos cosas como caviar o centeno para el pan negro. El
reto mayor es conseguir lo necesario para hacer el menú, pero por suerte
no hemos tenido que 'cubanizarlo'", dijo a EFE el cubano Rolando Javier,
uno de los tres socios del recién inaugurado Nazdarovie.
Ubicado en pleno malecón habanero, entre matrioshkas, samovares y
afiches que rememoran la era soviética, el local oferta las
tradicionales recetas del shashlik caucasiano o sopas como la solianka y
el borsch, mientras su bar elabora todos los cocteles con vodka.
'Comida retrosoviética'
"Hacemos comida retrosoviética, platos de regiones que ya no están en la
geopolítica de la URSS, pero que se podían probar en sus antiguas
repúblicas. Es una definición rara, pero no queremos estrechar el
concepto a comida rusa", explicó Rolando.
Actualmente Rusia es uno de los principales países emisores de turistas
a Cuba, un punto fuerte para Nazdarovie, que también apela a los miles
de cubanos que estudiaron y trabajaron en la URSS y de una comunidad de
nacionales de países exsocialistas que hoy representa el 26% de los
extranjeros residentes en la Isla.
De hecho, casi todo el personal está compuesto por jóvenes descendientes
de esos residentes —en su mayoría mujeres— que llevan en sus camisetas
de servicio el apellido de soltera de sus madres, hablan ruso con
soltura y consideran el restaurante como un sitio de "reencuentro".
Aunque la gastronomía está entre las actividades con mayor cantidad de
negocios en el incipiente sector privado, para este tipo de
establecimientos es un reto atraer clientes entre turistas que suelen
buscar las ofertas criollas y cubanos que prefieren no arriesgarse mucho
al decidir donde gastarán su dinero.
El precio de los alimentos es alto para el bolsillo medio en un país que
sufre una permanente crisis económica, bajos salarios y un sistema de
doble moneda, por lo que cenar en restaurantes está fuera del alcance de
la mayoría.
El dueño del japonés Pp's Teppanyaki, José Francisco Arencibia, desea
que la capacidad económica de los cubanos crezca y así recibir más
visitas, si bien "poco a poco" su negocio está logrando una clientela
local interesada en el sushi y capaz de pagar un menú que
"desgraciadamente" no puede ser más barato.
"Este es un restaurante pequeño y es un sueño hecho realidad. Nuestra
intención es que en La Habana se aprenda qué es la comida japonesa y
perdurar en el tiempo", indicó a EFE Arencibia, un exmarino e ingeniero
naval cubano de 66 años que aprendió los secretos del sushi cuando
trabajó en astilleros de Japón.
Tras la ampliación de las licencias para el trabajo por cuenta propia en
2010, y coincidiendo con su retiro, Arencibia abrió un primer local en
su propia casa. Hace dos años decidió crecer y mudó el negocio al centro
de la ciudad, animado por amigos y clientes.
"El primer año fue muy duro", confiesa, mas añade que ahora aspira a
seguir creciendo y difundir esta comida que, a su juicio, "gusta" en la
Isla.
Inspirado en esa dinámica, Pp's Teppanyaki realizó su tributo cubano al
sushi, el "habana roll", una versión confeccionada con plátano maduro
frito y ropa vieja que está entre los platos más populares del menú.
Source: Un pequeño grupo de restaurantes exóticos intenta mantenerse en
La Habana | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1412531640_10693.html
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