Publicado el domingo, 07.08.12
La Moringa de Fidel
Carlos Alberto Montaner
Fidel Castro se ha enamorado de la Moringa. Es un amor crepuscular. A
sus 86 años, como en los boleros, ha encontrado otra razón para vivir.
La Moringa es una planta milagrosa que viene de la India. Es una fuente
inagotable de proteínas y minerales que crece casi sin agua y en
cualquier terreno. Por qué la Moringa no ha efectuado sus prodigios en
la India es una pregunta incómoda que el viejo Comandante no se hace.
Fidel es un hombre de respuestas, no de preguntas. No conoce la duda,
esa actitud típica de los agentes de la CIA. Fidel está seguro de que
esta vez ha acertado con la bala de plata adecuada para matar de un tiro
todos los males económicos que aquejan al país. Será su legado final a
la nación que ha dirigido desde hace tres generaciones, aunque en el
tramo final lo asiste su hermano Raúl, en tantos sentidos, pequeño.
No es la primera vez que Fidel resulta iluminado por estas intuiciones
geniales. El economista Marzo Fernández, escapado del manicomio hace
unos años, sintetizó muy bien la lista de hallazgos portentosos debidos
a la iniciativa de Fidel: una semilla de gandul que crecía hasta en el
cepillo de dientes; el arroz IR8; el café Caturra que no necesitaba
sombra, ni agua, ni tierra, porque, como la hidra, arraigaba tenazmente
hasta en las piedras; un plátano maravilloso cultivado por microjet; un
tipo de ganado con vacas generosas que daban ríos de leche y toneladas
de carne que no cumplió lo que se esperaba, pero al menos les dejó a los
cubanos la única estatua que existe en el mundo a una vaca, la gloriosa
Ubre Blanca, junto a un toro semental, ambiguamente llamado Rosa Fe,
también venerado, que murió en acto de servicio y en los brazos amorosos
de un mamporrero tras la milésima eyaculación revolucionaria.
¿Para qué seguir? La revolución cubana es algo así como la versión
caribeña del Gabinete del Doctor Caligari o la consulta del Dr.
Frankenstein. La sociedad cubana es un laboratorio experimental colocado
a la disposición de un tipo arbitrario y lleno de imaginación, colérico
y autoritario, que lleva más de medio siglo buscando un truquito que
catapulte a la fama y a la prosperidad la hacienda de su propiedad
llamada Cuba. Ese personaje, Fidel, ha acaparado y se ha reservado
absolutamente la capacidad de tomar iniciativas. Es él quien precisa
cuáles son las necesidades y las resuelve. Es él, en exclusiva, quien
descubre las oportunidades y se lanza a explotarlas.
Por eso, entre otras razones, ese régimen es un fracaso absoluto. Si le
vamos a creer a los discípulos de Vilfredo Pareto –y hay razones para
tomar en cuenta a este extraordinario economista italiano– el 20% de la
sociedad tiene el ímpetu que se necesita para tirar del 80 restante. De
esa quinta parte llena de energía surge la mayor parte de las
iniciativas. Eso quiere decir que en un país como Cuba, Fidel Castro se
ha apoderado de las facultades creativas de más de dos millones de
personas y las ha condenado a la pasiva obediencia de sus caprichos más
delirantes, lo que explica (en parte) la miseria y la desesperanza que
imperan en esa pobre nación, de la que los jóvenes quieren escapar a
bordo de cualquier cosa porque, dada la experiencia, son incapaces de
creer que algún día conseguirán mejorar la calidad de sus vidas.
Raúl Castro no ignora nada de esto. Él sabe que los arrebatos de su
hermano son responsables de una buena parte del fracaso económico del
país, pero su autoridad no le alcanza para frenarlo. Lo ha obedecido
ciegamente toda su vida y esos comportamientos se convierten en hábitos.
En todo caso, Raúl es un déspota diferente. Administra el desastre, pero
no lo provoca. Su intención es mantener el poder político a cualquier
costo y quiere copiar el modelo vietnamita, aunque no se sabe muy bien
qué es ese engendro. Me cuentan que Raúl despachó la historia de la
Moringa con un comentario melancólico e impotente: "son cosas de Fidel".
Periodista y escritor. Su último libro es la novela La Mujer del coronel.
www.firmaspress.com
http://www.elnuevoherald.com/2012/07/08/1246174/carlos-alberto-montaner-la-moringa.html
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