Las verdaderas víctimas del socialismo cubano
12 de mayo de 2017 - 20:05 - Por IVÁN GARCÍA
Los ancianos y todos los que se sostienen con un salario en moneda
nacional, sobreviven en casas desvencijadas y con todo tipo de carencias
LA HABANA. Un aguacero de mayo impacta con fuerza en el techo de tejas
acanaladas y por diversos agujeros se filtra el agua en la casa de
Mireya, 71 años, casi ciega y medio sorda, que cubre con trozos de hule
negro, para intentar proteger sus bienes más preciados: un arcaico
televisor chino de tubos catódicos y el colchón de espuma de su cama.
"Cada vez que llueve es la misma historia. El agua entra por cualquier
rendija. El día menos pensado se me cae el techo arriba y me sepulta. Es
lo que más deseo", dice Mireya. Frustrada, ya no recuerda la cantidad de
veces que ha pedido subsidios a Seguridad Social para que le entreguen
materiales de construcción y poder reparar su desvencijada covacha.
"Me dan larga o me niegan la ayuda, pues dicen que son mis dos hijos
quienes deben hacerlo. Pero ellos también la están pasando mal. Hace
mucho tiempo que Cuba dejó de ser una sociedad socialista que ayudaba a
los que lo necesitaban. Ahora manda el dinero. Los viejos somos los que
peor lo estamos pasando. El Estado hace poco, casi nada, para ayudar a
los más pobres", señala la anciana.
Maestra jubilada, Mireya devenga una pensión de 225 pesos, equivalente a
diez dólares. Un dinero que se evapora en pagar la factura de la luz,
gas, agua y adquirir un puñado de viandas en el agromercado.
Para sobrevivir, en la calle vende periódicos y jabas de nailon. "Cuando
camino dos cuadras los pies se me hinchan. Tengo un tratamiento médico,
pero a veces no tengo dinero para comprar las medicinas y si la plata me
alcanza, voy a la farmacia y me dicen que no hay, que están en falta.
Cuando no es Juan es Pedro", apunta Mireya disgustada.
Sergio, obrero metalúrgico jubilado, recuerda que "en los primeros años
de la revolución si tenías buenos resultados en tu trabajo, podías optar
por una vivienda, te daban una semana de vacaciones en una casa en la
playa, la atención médica era buena y la alimentación, a pesar que
siempre fue racionada era balanceada. Hoy lo que se vive en Cuba es un
capitalismo disfrazado. Pa' los pobres y los tontos es la muela del
socialismo o muerte. Los que tienen divisas pueden acceder a productos
de más calidad. Y los que dirigen, viven igual o mejor que cualquier
dueño de negocio capitalista".
Un sociólogo explica que desde hace cinco años está haciendo un estudio
sobre prestaciones sociales, basado en relatos de cubanos que residen en
países del primer mundo capitalista. "En los países nórdicos o Suiza,
por ejemplo, los que ganan salarios mínimos y que según sus parámetros
se sitúan en niveles de pobreza, reciben subsidios del Estado. En
Estados Unidos, un cubano cuando se jubila, aunque nunca haya trabajado
en el país, recibe unos 740 dólares de ayuda más 170 dólares en bonos de
comida. A eso súmale, atención médica y psicológica gratuita cuando la
necesitan. Y pueden tener empleos parciales. Y mientras ganen menos de
2.000 dólares, no pagan impuestos. Cuba hace mucho rato que dejó de ser
una sociedad socialista para ser un país pobre y del Tercer Mundo, lo
mejor que tiene es salud universal y educación gratis, pero la calidad
se ha resentido bastante. Costa Rica o Guyana, naciones con las cuales
debemos compararnos, también tienen esos servicios gratuitos y de mejor
calidad", opina el sociólogo.
Adalberto, habanero residente en Washington, por estos días de visita en
la isla, cuenta que debido a la diabetes y principio de Alzheimer se
tuvo que jubilar a los 56 años. "Recibo diversos beneficios médicos y
tengo una pensión de 2.400 dólares, pues trabajé treinta años. No tengo
una vida llena de lujo, pero no me falta lo esencial y puedo ayudar a mi
familia en La Habana. Les digo que el verdadero socialismo está allá, en
la yuma".
La calidad de vida en Cuba ha caído picada. Salarios entre los más bajos
del mundo, alto costo de los alimentos y artículos de primera necesidad,
empresas, supuestamente socialistas, como ETECSA, con precios sumamente
lucrativos en el servicio de internet y telefonía móvil, imposibilidad
para la mayoría de los cubanos de hacer turismo en su propio país por el
elevado costo de la estancia y un empresariado militar, dueño del 80 por
ciento de la economía nacional, que practica el peor capitalismo de
Estado posible con precios de venta gravados hasta el 240%.
El socialismo cubano solo está presente en los discursos de la burguesía
verde olivo. Con discreción y sin fanfarrias, la autocracia castrista ha
pasado del eslogan, 'una revolución de los humildes, por los humildes y
para los humildes', a administrar hoteles de lujo como el Manzana
Kempinski donde un reloj puede costar 4.000 dólares o un fin de semana
en Varadero es el equivalente al salario de año y medio de un obrero.
¿Qué ha quedado para los humildes? Siete libras de arroz y cinco de
azúcar, veinte onzas de frijoles, un panecito diario y medio kilogramo
mensual de pollo por la libreta de racionamiento.
Salud y educación aparentemente gratis (se pagan precisamente con los
salarios de miseria). Y con suerte, aspirar a una estancia en una base
de campismo durante las vacaciones de verano. Poco más.
Source: Las verdaderas víctimas del socialismo cubano | Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/las-verdaderas-victimas-del-socialismo-cubano-n4121832
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