Mafias en turismo, gastronomía y distribución de alimentos
El periodista independiente Iván García Quintero indagó sobre la
corrupción administrativa que consume a la Cuba actual.
Iván García Quintero
agosto 21, 2015
Hace 21 años, justo en los años duros de esa guerra sin raid aéreos
denominada 'período especial', una auténtica crisis económica y social
estacionaria que se prolonga por dos décadas y media, Leosvel, maestro
panadero en un barrio habanero, en 10 noches reunió el dinero suficiente
para comprar un Ford de 1955.
"Era una etapa donde el hambre y las carencias alcanzaron un tope. Un
pan de 80 gramos llegó a costar cinco pesos. Por la izquierda, vendía
tres carros de pan que me reportaban más de 6.000 pesos de ganancia.
También vendía harina, aceite vegetal y levadura. En un año reparé mi
casa, compré electrodomésticos y a diario tomaba cerveza importada. Fue
una época de vacas gordas. Ahora también uno se busca billetes. Pero los
que se forran con más dinero son los funcionarios. Mientras más arriba
estén, más plata se llevan a casa", cuenta el maestro panadero.
Entre sesudos y académicos que estudian el sistema cubano siempre queda
la incógnita de cómo es posible que una nación con un salario promedio
de 23 dólares mensuales, una economía de cuartel y arrebatos
ideológicos, haya podido sobrevivir 56 años.
Desde luego, el poderoso control político, social y policiaco, génesis
de los Estados con praxis marxistas, ha sido un elemento de peso. Pero
los embriones mafiosos que como tumores malignos se extienden por todas
las ramas de la economía y la burocracia de guayaberas blancas, junto a
la casta de militares, se han convertido en un vigoroso sostén del
manicomio ideológico y económico en Cuba.
Los clanes más rentables se localizan en turismo, gastronomía, almacenes
estatales y acopios agrícolas. Les describo el comportamiento de un
funcionario típico que labora en alguno de esos sectores.
El 85% pertenece al Partido Comunista. El carné rojo les sirve para
progresar en la cadena ejecutiva de la economía nacional. Casi todos han
pasado cursillos exprés de dirección, administración y finanzas.
Son obesos, usan maletines negros, en los bolsillos de sus camisas
sobresalen varios bolígrafos y en sus muñecas, relojes Omega, Tissot o
Rolex. Prometiendo cosas son picos de oro. Pero cuando hablan parecen
máquinas contestadoras: Manejan al dedillo la estrafalaria jerga oficial
del régimen.
Su militancia les resulta rentable y les permite aparentar fidelidad al
Gobierno. Cuando los convocan a un acto de repudio, si tienen que
reventar a golpes a un disidente, lo revientan sin compasión.
La clave para mantenerse tantos años robando y obteniendo beneficios, es
repartir dinero a tipos importantes y crear redes de incondicionales
mediante tráficos de favores y regalías.
Llamémosle Eduardo y es gerente de un restaurante en La Habana. Dice que
en el turbio mundillo donde se desenvuelve, el dinero cuenta, pero los
amigos poderosos son muy importantes.
"Tengo varios socios de tragos y gozaderas que son altos oficiales de
Seguridad del Estado. Si caes en desgracia, viran la cara y no se dan
por enterados. Pero mientras estás en la cima, te sirven para amedrentar
a tus jefes. Es como tener un perro de raza. Cuando voy a la dirección
municipal de gastronomía, llego con un coronel del 'aparato' (de la
Seguridad). El mensaje subliminal que le envío al director es: 'Fulano
está bien conectado'".
"Para tenerlos a tu lado, tienes que hacer gastos. Insignificantes para
un administrador, como regalarles comida, cajas de cerveza, y pagarles
francachelas con chicas jóvenes. A cambio, te sacan de problemas
menores, como una multa de tránsito o un inspector atravesado. También
te resuelven estancias en villas turísticas exclusivas para militares.
Reconozco que ellos y nosotros somos unos sinvergüenzas. Vividores que
le hemos cogido la vuelta a chuparle la teta al sistema", confiesa Eduardo.
Orlando, gerente de una discoteca, explica interioridades de su negocio.
"Es fundamental tener una 'buena pluma' (contador) a tu lado. El robo
sale por ahí. También tener relaciones con la farándula. Si traes
músicos y humoristas de nivel se te llena el local. La mitad de lo que
se recauda en la entrada es para el artista. La otra, más las ventas de
bebidas y alimentos, son para cumplir el plan, repartir dinero entre el
administrador, jefe de almacén y económico. Siempre debes guardar un
sobre destinado al jefe de tu empresa".
Es la garantía para poder evadir las inspecciones. En Cuba, en cualquier
rama de la economía o los servicios, corre dinero por debajo de la mesa.
"Los 'explotes' (caídos en desgracia) no afectan los mecanismos. Una
sólida red sigue funcionando como un reloj suizo", cuenta Orlando.
Estos grupos mafiosos surten de harina, queso, carne de res, camarones,
cerveza, ron y whisky a los negocios privados. "Un alto por ciento de la
bebida y comida me llega de almacenes estatales", señala el dueño de una
paladar.
Algunos intentan no llamar la atención y ser discretos en su
comportamiento. Otros hacen lo contrario. Gastan miles de pesos en
moneda dura y se hacen un Ifá (santo). Se compran dos o tres autos y
alquilan en hoteles de Varadero.
"Cuando las autoridades activan una ofensiva contra la corrupción, se
recogen las velas. Hasta que pase el temporal. En este mundo explotan
las piezas menos importantes. Los jefes de jefes son intocables",
argumenta el jefe de un almacén.
"¿Y quién dirige todo eso?", indago. El hombre sonríe y responde: "El
sistema te obliga a ser mafioso. Los capos son los que salen en el
noticiero defendiendo la revolución. Para acabar con estas mafias, hay
que acabar primero con ellos".
[Publicado originalmente en El blog de Iván García y sus amigos el
08/21/2015].
Source: Mafias en turismo, gastronomía y distribución de alimentos -
http://www.martinoticias.com/content/mafia-turismo-gastronomia-alimentos-cuba-/102624.html
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