El Gobierno desprotegió primero
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 17 Ago 2015 - 12:28 am.
Amparándose en el interés general, la prensa oficialista va en contra
del trabajo por cuenta propia.
Es común hallar en las páginas de la prensa oficialista frecuentes
críticas a los precios de los bienes y servicios ofertados por los
trabajadores por cuenta propia. Transportistas, vendedores de productos
agrícolas, y operadores de equipos de recreación infantil, entre otros,
son los blancos preferidos de una campaña mediática que pretende
demonizar al libre juego de la oferta y la demanda en la formación de
esos precios y tarifas.
En ese contexto sobresale el artículo "El bosque, el lobo y la ley de la
oferta y la demanda", aparecido en el periódico Granma recientemente. En
él se muestra el caso de un cochero en Santa Clara que pidió al usuario
el pago de una tarifa superior a la habitual considerando la hora en que
se prestaría el servicio. Una situación que el autor del artículo
describe como "actuar según las leyes de la selva".
Es de destacar, además, que varios de esos trabajos periodísticos han
llegado a solicitar un tope en los precios de determinadas actividades
ejercidas por los cuentapropistas, bajo el pretexto de defender los
intereses de la población. Una solicitud que no se ha limitado a la
prensa, sino que estuvo presente también en varias de las Comisiones
Permanentes de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Por supuesto que son deseables unos precios asequibles al ciudadano
promedio. Pero es preciso evaluar las difíciles condiciones en que se
desenvuelve el trabajo por cuenta propia, con elevados impuestos, sin un
mercado mayorista donde adquirir los insumos y materias primas, y
soportando las leoninas condiciones de fiscalización de las
Declaraciones Juradas de Ingresos Personales. Todo ello, sin dudas,
impide que los precios y tarifas de los cuentapropistas sean más bajos.
Además, es hora ya de que tomemos conciencia de la manera en que debe de
funcionar nuestro pequeño segmento de economía de mercado —pequeño,
lógicamente, si lo comparamos con la abrumadora presencia de la
planificación estatal—, representado fundamentalmente por el trabajo por
cuenta propia. Aquí una intervención gubernamental para controlar los
precios por decreto desnaturalizaría todo el engranaje económico, con
las secuelas de escasez, bolsa negra y desmotivación de productores y
prestadores de un servicio. Claro, existe un mecanismo económico ideal
para bajar los precios: la competencia. Sin embargo, el Estado cubano,
hasta ahora, no ha sido capaz de competir con los cuentapropistas en
aras de alcanzar dicho objetivo.
Pero, por otra parte, y volviendo al inicio de estas líneas, los
periodistas oficialistas deben saber que no fueron los trabajadores por
cuenta propia los primeros en retirarles la protección a nuestros
consumidores. Porque, ¿cómo considerar aquella decisión gubernamental de
comenzar a comercializar en dólares o CUC —la moneda con la que no les
pagaban a los trabajadores cubanos— los bienes de consumo de primera
necesidad, en momentos en que la "canasta básica" ofertada mediante la
libreta de abastecimientos se reducía a la mínima expresión? Eso fue
poco menos que un sálvese quien pueda.
Analicemos, entre muchos ejemplos que podrían exponerse, el caso del
aceite comestible. La cantidad mensual de este producto contemplado en
la libreta de abastecimientos no alcanza para más de 15 días. Entonces a
los consumidores no les queda más remedio que acudir a las Tiendas
Recaudadoras de Divisas (TRD) para adquirir una botella de aceite a 2,40
CUC, o 57,60 pesos cubanos, al tipo de cambio actual. Eso podría
significar la sexta parte del salario mensual de cualquier trabajador
estatal cubano. Obviamente, los alimentos no pueden prepararse
adecuadamente en muchos hogares de la Isla.
De igual forma podemos traer a colación lo acontecido con los artículos
de aseo personal, como los jabones de lavar y baño, y la pasta dental.
Todos fueron sacados de la libreta de abastecimientos, y se venden hoy
en forma liberada, pero con aumentos de precios que en algunos casos
alcanzan el 2.000%.
No obstante esas evidencias, nunca hemos visto alzarse la voz de un
periodista oficialista para señalar la desprotección de los consumidores
debido a las políticas gubernamentales. Prefieren enfilar sus dardos
contra los trabajadores por cuenta propia, haciendo válido aquello de
que "la soga siempre se quiebra por su parte más débil". Por lo pronto
deseamos recordarles a esos voceros de la prensa oficial que la
credibilidad no se alcanza mediante consignas y el ocultamiento de
ciertas verdades.
Source: El Gobierno desprotegió primero | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1439764117_16366.html
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