No hay dulces para todos
[24-11-2014 00:38:42]
Misael Aguilar Hernández
Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
(www.miscelaneasdecuba.net).- El pueblo cubano es por tradición un
persistente consumidor de todo tipo de dulces. Así ha sido durante más
de doscientos años desde que la isla se convirtió en uno de los
principales productores de azúcar del mundo. Llegó incluso a ser
definida por Jean Paul Sartre en los años 70 del siglo veinte como la
"Isla Diabética", debido al consumo desorbitante de azúcar por sus
habitantes.
Se puede afirmar que los cubanos –de forma general- son consumidores
compulsivos de azúcar en sus más variadas formas y aplicaciones, por lo
que para ellos los dulces no son postres, sino una incontrolable y
primaria necesidad.
La tradición consagró a algunos dulces como aliviadores del hambre de
los más pobres. En esa categoría figuraban: el masarreal, el boniatillo,
la tortica de Morón y el dulce de coco; pero las agudas necesidades
económicas por la ineficiencia del sistema político, para generar
bienestar público, han convertido los dulces, desde los más finos hasta
los más populares, en productos inalcanzables.
Muchos de ellos se comercializan en CUC (peso cubano convertible). Se
pueden ver en las tiendas o kioscos por divisas en las vitrinas. El
precio de un masarreal es de 25 centavos, equivalente a seis pesos y
cincuenta centavos en CUP, moneda nacional; la tercera parte un día de
trabajo de un trabajador promedio en el país.
Otros dulces como el montecristi, la marquesita o una rosca cubierta de
chocolate valen 35 centavos en CUC; pero una señorita cuesta 50 centavos
en CUC, lo que equivale a 12 pesos con 50 centavos en moneda nacional.
Todo esto en lugares que no son de primera categoría, porque por ejemplo
en las antigua cafetería "Pain de Paris", hoy "Dulcinea del Goloso", la
mayoría de los que se ofertan están por encima de 1 cuc.
Como puede apreciarse el pueblo cubano va dejando de ser un pueblo con
acceso al azúcar. Esos dulces tan cotidianos a través de su historia se
han hecho inaccesibles sólo pueden adquirirlos unos pocos privilegiados.
Algunos recuerdan –con tristeza- que antes con lo que hoy se adquiere
uno de estos masarreales se podían comprar ciento veinticinco.
Todo el mundo sabe que con el tiempo el valor del dinero cambia, pero
también aumentan las condiciones de vida y eso no ha pasado en Cuba.
Para un anciano jubilado, o una persona pensionada pensar en un buen
masarreal suele ser una idea extravagante, y adquirir una señorita, es
una locura.
Mientras los comercios en divisas guardan tras sus cristales la imagen
de estas delicias, algunos hasta pudieran creer que son cosas venidas de
una región muy lejana, y la popular frase del ex presidente Ramón Grau
San Martín: "Hay dulces para todos", además de haber quedado en el
olvido está en desuso para los cubanos.
El masarreal pasó a ser de algo comestible que llevaba puesto la
camiseta de solar, a un señor muy vestido muy caro con traje, cuello y
corbata.
Source: No hay dulces para todos - Misceláneas de Cuba -
<http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/547270023a682e123096ec83#.VHML2YvF_rM>
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