Servir una comida, un verdadero lujo
La situación en Cuba se va pareciendo cada vez más a la vivida en la
década de los 90
viernes, noviembre 6, 2015 | Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba.- Las esperanzas y expectativas que marcaron el ánimo de
los cubanos en los inicios de 2015, tras el anuncio del restablecimiento
de relaciones entre los gobiernos de Cuba y EE UU, se han desvanecido
por completo. En el transcurso de los últimos once meses no se aprecia
mejora económica alguna para la población y el cierre del año se anuncia
sombrío, a juzgar, entre otros factores, por los precios crecientes del
más importante mercado: el de los alimentos.
Un recorrido por numerosos establecimientos comerciales y puntos de
venta ambulantes del populoso municipio Centro Habana, en los barrios
San Leopoldo, Pueblo Nuevo y Cayo Hueso, permiten comprobar el pobre
abastecimiento, la baja calidad de los productos y el irrefrenable
aumento de los precios. La carne de cerdo –el indicador cubano por
excelencia– fluctúa entre los 45 y 50 pesos por libra; mientras la libra
de frijoles negros (los más populares y económicos) está entre los 10 y
los 12 pesos. Otros granos exhiben costos inalcanzables para la mayoría
de los bolsillos: la libra de frijoles colorados alcanzó los 17 pesos;
en tanto los frijoles blancos cuestan entre 18 y 20 pesos y los
garbanzos criollos se remontan a 22.
Por su parte, los vegetales y hortalizas compiten en esta escalada
alucinante. Una libra de tomates en el mercado de San Rafael cuesta 25
pesos; las zanahorias o las remolachas en mazos –unidad de volumen
variable, indefinida e inexacta del comercio nacional– tienen un precio
de 20 pesos, el mismo que exhibe la libra de cebollas y la de pimientos
pequeños, colocados en las tarimas junto a las también raquíticas coles
que, no obstante, se anuncian a 15 pesos por unidad. El precio del
aguacate puede fluctuar entre los 7 y los 10 pesos por unidad. Sin
embargo, durante los fines de semana alcanza hasta los 12 pesos.
Las viandas tampoco escapan a la alucinante alza de precios. Así, una
libra de malanga cuesta 8 pesos, el doble del de las yucas y boniatos,
que se mantienen entre los 3 y los 4 pesos. El plátano macho de tamaño
mediano a pequeño, se vende a 4 pesos por unidad.
Haciendo un cálculo sencillo, y tomando como base el llamado salario
medio cubano –entre 400 y 450 pesos (alrededor de 23 dólares) al mes,
según datos oficiales–, se hace obvio que la capacidad adquisitiva de la
media del sector laboralmente activo ha continuado deprimiéndose. Esto,
para no mencionar la situación de ese grupo demográfico creciente, el de
la tercera edad, dependiente de las misérrimas pensiones por jubilación,
de la ayuda familiar cuando ésta cuenta con recursos para ello o de la
solidaridad de algún buen vecino que precariamente les ofrece un plato
de comida. Servir una comida completa en Cuba se ha convertido
virtualmente en un verdadero lujo.
Con pocas diferencias entre un punto de venta y otro, así como entre los
municipios de la capital, el último trimestre del año ha presentado
hasta el momento los más elevados topes en los costos de alimentación
para una población cuyos ingresos, sea por concepto de salarios,
jubilaciones, remesas desde el exterior u otros, resultan cada vez más
insuficientes para enfrentar, no ya la satisfacción de sus demandas,
sino los imperativos de cubrir siquiera las necesidades más elementales:
alimentación, vestuario, calzado y techo.
Transcurridos más de cuatro años de 'actualización del modelo', con la
experimentación gubernamental en la venta minorista de productos del
agro por comerciantes 'cuentapropistas' (carretilleros), así como por
los agromercados de cooperativas no estatales, la tendencia alcista de
los precios de los alimentos, lejos de detenerse, marca una aceleración,
lo que demuestra fracaso de los planes oficiales en este importante
renglón –la producción y comercialización de alimentos para satisfacer
las necesidades de la población y a la vez sustituir importaciones– que
fuera uno de los pilares más importantes de los lineamientos del 6to
Congreso del PCC en abril de 2011.
Y mientras la situación interna en la Isla, con las carencias y
necesidades en escala ascendente, se va pareciendo cada vez más a la que
vivimos en la década de los 90 tras el desplome de aquel castillo de
naipes que alguna vez se llamó 'campo socialista', crece a la par el
descontento, la desesperanza y la estampida hacia el exterior por parte
de los cubanos.
La burbuja de sueños que despertó en diciembre pasado ha sido rota por
la tozuda realidad de un sistema concebido para beneficio de la claque
aferrada al poder y para la sumisión del resto de la sociedad. Un
sentimiento general de frustración continúa en ascenso en Cuba, solo que
nadie parece saber cómo canalizar el desencanto, salvo escapando por
cualquier vía de esta condena a miseria perpetua.
Paradójicamente, la espiral de pobreza que signa la cotidianidad en la
Isla parece ser hasta hoy el arma más efectiva del régimen para mantener
el control social. Y mientras la gente común, ajena al mañana, continúa
trasegando resignadamente de un mercado a otro, forrajeando entre
tarimas sucias el escaso sustento diario, bandadas de mercaderes rapaces
acuden desde fuera para disputarse en la Feria Internacional de La
Habana cualquier buena tajada que le ofrezcan los despojos y las ruinas
del fracaso nacional convertido en mercancía por los guerrilleros
devenidos oligarcas. La fiesta del capital otra vez ha abierto sus
puertas en Cuba, pero los cubanos no estamos invitados.
Source: Servir una comida, un verdadero lujo | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/servir-una-comida-completa-un-verdadero-lujo/
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