Tuesday, September 20, 2016

La comida del Período Especial es la de hoy

La comida del Período Especial es la de hoy
Nuestra mesa ha estado repleta de esos vacíos que dejaron aquellos
alimentos, alguna vez comunes, que jamás retornaron
Martes, septiembre 20, 2016 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba.- Es necesario ser o haber sido cubano de a pie para
comprender el significado de una frase en apariencias sencilla pero en
realidad extremadamente compleja como es "Dar pollo por pescado".

Proviene del repertorio de restricciones y estrategias económicas
gubernamentales que regulan desde hace más de medio siglo la venta de
alimentos a la población y, por tanto, guarda escasa correspondencia con
aquel viejo refrán, referido al engaño, a la estafa, de "Dar gato por
liebre", pero en su esencia lo recuerda.

Se trata de una frase capaz de resumir toda una larga e interminable
historia de racionamientos y carencias porque describe ese pobre
panorama culinario, harto dramático y absurdo, vivido a diario al
interior de nuestros hogares. Y, además, retrata esa mesa, habitualmente
despoblada, sobre la que nunca aparece el alimento que deseamos comer
sino la ración de circunstancia, la comida azarosa, incierta, el sucedáneo.

Panorama dramático por los sucesivos desabastecimientos y por ese dilema
que afecta a quienes viven de un salario estatal: comer o vestir, comer
o morir, comer o tantas cosas más que sin ser comida también alimentan
al ser humano.

Panorama absurdo porque tanto mar bordeando nuestra isla y tanta tierra
fértil, cultivable, no dan sentido a estos años de penurias que no se
reducen a la hambruna de los 90, esa que fue nombrada eufemísticamente
como "período especial", y que aunque para algunos ya es cosa del
pasado, para una inmensa mayoría fue el capítulo "piloto" de una serie
de terror con infinitas temporadas y aun en trasmisión.

Esperar por el pescado, abundante en nuestras costas, y terminar
recibiendo, una sola vez al mes, un trozo de pollo importado desde
Brasil, es parte de esa distorsión (¿económica?, ¿gastronómica?,
¿psicológica?) que afecta a los cubanos desde mucho antes que
inventáramos el "bistec de toronja", el "picadillo de gofio", la
"hamburguesa de cáscara de plátano", la "pizza de condones", el
"colquito", el "café de chícharo", o toda esa variedad de simulacros y
escamoteos que produjeron las carnes de tiñosas, garzas, ratas, perros,
gatos y hasta despojos humanos que muchos comieron desde la
desesperación o desde la ingenuidad.

No fue exclusivamente la crisis de los años 90 quien inauguró y clausuró
nuestra fiebre nacional de "trampantojos", que si bien alcanzó su apogeo
cuando cierto pícaro logró transformar un trapo de limpiar pisos en una
suculenta pieza de carne, hizo su debut en la culinaria cubana en el
instante en que apareció ese cuadernillo de naturaleza inmortal que
todos conocemos como "libreta de abastecimiento".

Desde la creación de la cartilla de racionamiento, todo el universo
culinario cubano, popular y rico en influencias externas, fue obligado a
reducirse a un acto de sobrevivencia, marcado por la simulación y
derivado, sí, de la necesidad pero, además, del deseo por retornar a
un tiempo pasado, ahora demasiado lejano, que siempre será mejor.

Nuestra mesa, paradójicamente, siempre ha estado repleta de esos vacíos
que dejaron aquellos alimentos, alguna vez comunes y tan familiares,
que jamás retornaron tal cual.

Los cubanos que residimos en la isla hablamos de la carne de res, de los
pescados, de los mariscos, del banquete de Nochebuena, incluso de los
alimentos enlatados "rusos", con el mismo duelo con que se habla de un
pariente fallecido y con la misma desesperanza que infunde la certeza de
un reencuentro casi improbable.

La "realidad gastronómica" de nuestros hogares está compuesta (y por
desgracia actualizada) por un espantoso glosario de términos
"anti-apetitosos" donde las palabras más nobles diría yo que son
"croqueta" y "fritura" pero que, si estuvieran acompañadas por ese
lastre de "criollas" o "a la cubana", o "de Mercomar" (que refiere este
último a los comercios estatales donde las venden), revelarían un
verdadero atentado al paladar.

"Texturizado", "MDM", "extendido", "masa de ¿…?" son de las
denominaciones más intrigantes referidas a los alimentos más frecuentes
en nuestros hogares. Se refieren a mezclas de subproductos de apariencia
cárnica que la mayoría usamos siempre que encontremos una forma de
simular su aspecto repulsivo y de transformar su sabor original
desagradable.

En las calles, en los mercados, en los centros de trabajo, durante el
tiempo en que hacen fila para adquirirlas, las personas intercambian
trucos, más que recetas, sobre cómo "matarles" el sabor a rancio o a
"falta de frío", otro de los tantos eufemismos que usamos en Cuba, y
este para evitarnos la vergüenza de reconocer que hemos comido, o al
menos comprado, carne podrida.

Casi todo cuanto logramos comer los cubanos de a pie responde a esa
triquiñuela de no ser lo que realmente anhelamos, a esa maldición que se
resume en el milagro del Ministerio de Comercio Interior que logra
transformar los peces de nuestras costas tropicales en cuartos de pollos
congelados.

"Pollo por pescado" pudiera ser el resumen de toda una cultura del
invento y de la transformación. Esa misma cultura que —no logro dar
crédito a lo que recién he escuchado a un amigo— ha transformado los
extintores de incendio a base de CO2 en objetos muy controlados en
nuestras empresas.

Me ha dicho este señor que, en los últimos tiempos, ha habido un
incremento de los robos de los extintores de CO2 debido a que los
vendedores particulares de "refresco gaseado", un sucedáneo muy popular
de las gaseosas enlatadas, los usan para impregnarle gas a las bebidas
que elaboran de manera casera, de modo que parezcan "originales".

Al compás del anuncio de un posible retorno del "Período Especial", es
cierto que los cubanos se preparan para rehabilitar aquellas viejas
fórmulas del "bistec de toronja" y los "dulces de col", sin embargo, eso
pudiera ser solo parte de esa desmemoria que pareciera afectarnos como
pueblo y quizás como consecuencia de un trauma nacional, puesto que eso
que llamamos "comida de período especial" no ha sido otra cosa que
nuestra comida de todos los días.

Source: La comida del Período Especial es la de hoy | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/la-comida-del-periodo-especial-es-la-de-hoy/

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